jueves, 25 de octubre de 2012

Muestra alusiva a las Escuelas de Islas

AL NIÑO ISLEÑO

Cuando llego a tu escuelita
que emerge de entre el follaje
yo hago un alto,
 pienso y siento:
¡qué hermosura es el paisaje!

Aguas marrones y mansas
de arroyos, canales, ríos
acarician tus riberas,
denotan su señorío.

Aquí se detiene el tiempo
y en tremendo desafío
se mezclan follaje y agua,
cielo y tierra, luz y trinos.

Aquí no mueren las sombras
ni se acallan los sonidos.
Vibra el alma en el espacio
donde no existe el vacío.

Aquí te sientes poeta,
labrador, hombre, destino:
pequeño como tu imagen,
volátil como un suspiro.

Te entremezclas en los verdes,
los marrones y amarillos,
los celestes y violetas
¡qué colores tan divinos!

Y allí, en medio de ese ambiente
está tu escuelita isleña
donde aprendes muchas cosas,
y entre ellas ¡a quererla!

Yo te digo, niño isleño,
que, después del largo viaje
al retornar a otros sitios
donde no está tu paisaje
desearía que supieras
cuánto tienes a tu alcance,
qué magnitud te rodea,
y tu pecho se te ensanche
de vivir en estas tierras
tan ricas y tan feraces.

Cuando llego a tu escuelita
que emerge de entre el follaje
y hago un alto en el camino
después de tan largo viaje
callo y miro,
pienso y siento
y una gran dicha me invade.

Niño isleño... yo quisiera
que te llegue mi mensaje.

Barca Grande, 1982.
Poesía premiada por la Fundación Givré, en octubre de 1985.
Del Libro “A MI RITMO Y A MI MODO”, Ana María Ginaca,
Ed. OCRUXAVES, Buenos Aires, Abril 1989.

No hay comentarios:

Publicar un comentario