Momentos Escolares


IRALA,  “al fondo”
Por la Profesora Norma Raddavero
Año 1962. Rincón era algo así como "las afueras" de Tigre.
El asfalto de Santa María terminaba allí, donde está nuestra Parroquia, lo mismo que la luz eléctrica y el agua corriente.
La única Escuela de la zona era la Primaria Nº 19, "nacida" apenas unos poquitos años antes, allá bien lejos: Irala "al fondo", lindando con el campo y el pajonal...
Y en ese escenario nació, el 28 de mayo, la Escuela Profesional N°1, actual  E.E.M. Nª 7. 
Calles de tierra (de barro la mayor parte del invierno)...
Iluminación con los casi olvidados "Sol de Noche"... 
Vecinos, docentes y alumnos felices  ¡teníamos una Escuela Secundaria en Rincón!
Me inicié en ella en junio de l962.
Luego vinieron las mudanzas  a la Escuela Primaria Nº 2;  a la Escuela Primaria Nº 6...
Por unos años me retiré de sus aulas, pero regresé  en 1982 y allí trabajé hasta el 31 de julio de l992, cuando me fui para jubilarme.
Ver hoy esta E.E.M. N° 7, en "casa propia desde 1994" es, realmente, un sueño cumplido, y agradezco a Dios poder compartir estos jóvenes 50 años. 


RELATO DE LA PROFESORA DE CORTE Y CONFECCIÓN MARÍA ADELA UGALDE
QUE SE DESEMPEÑÓ EN LA ESCUELA PROFESIONAL MIXTA Nº 1 DE TIGRE
                              (actual Escuela de Educación Media Nº 7 de Tigre)








ESTÁ ABIERTA LA INSCRIPCIÓN
                                    Por Norma A. Leirado
Preceptora de la Esc. Prof. Mixta N° 1 de Tigre desde 1969

Al golpear las manos, el eco nos devolvía el ladrido de un perro que anunciaba nuestra presencia. Desde el fondo, se asomaba una mujer secando sus manos en el delantal de cocina, mientras se acercaba al portón de alambre cercado por ligustrina, que separaba la vivienda de los baldíos vecinos.
- ¡Mamá, vinieron las maestras!, gritaban los chicos con una mezcla de alegría y asombro.
Esa frase era suficiente para atraer su atención y lograr que se interesara en los Cursos que le ofrecíamos. Se entusiasmaba con la idea de aprender a coser para hacer la ropa de sus hijos, o bordar alguna manualidad, y por qué no, descubrir el arte del peinado.
Los más jóvenes sentían necesidad de encontrar una salida laboral y preguntaban por las materias de Secretariado Comercial.
Pocos días después, eran ellos los que venían a la escuela con la documentación necesaria para inscribirse.
Sabíamos que ir a estudiar de noche no era fácil para estas familias, pero también sabíamos que les estábamos dando la oportunidad de capacitarse. Por eso, todos los años salíamos a recorrer el barrio para acercarles nuestro mensaje, llevando como único distintivo el que lucíamos con orgullo y nos identificaba como docentes: el guardapolvo blanco.


El "AULA FELIZ" 


 7.2    En el aula

Me permitiré recordar una experiencia personal para dar comienzo a este tema. Cursé mis estudios en una escuela isleña del Delta del Paraná.
Este establecimiento primario, que en aquél entonces se llamaba Escuela N° 8 “Manuel Belgrano”, se emplazaba a orillas del arroyo Espera. La directora-también nuestra maestra de 4°, 5° y 6° grado- Mercedes María Fini de Ferreyra, entre otras buenas ideas, tuvo una vez la de organizarnos para que construyéramos, nosotros mismos, el aula feliz. Cortamos leña del monte para hacer un cerquito; arreglamos el pizarrón viejo y lo colgamos de un árbol; bajamos unos bancos de armazón metálica, más resistentes a eventuales mareas; pusimos un arco de entrada, que las niñas adornaron con flores; guadañamos bien a ras el piso, estilo alfombrita; bajamos el escritorio entre cuatro ( éste cumplía funciones dobles, para la dirección y la docencia, de modo que se comportaba como instrumento portátil); pintamos el cartel identificatorio con un presumido “aula feliz”, que no me acuerdo si iba con “s”, y ¡listo! ¡a fabricar la clase con los pájaros!
¡Vaya si aprendimos cosas en el aula feliz! Primero nos sentíamos todos raros, como si estuviéramos jugando un partido de fútbol en el colectivo, como si estuviéramos consultando un diccionario en la montaña rusa. Hasta que aprendimos a ser libres: y entonces lamentábamos los días de lluvia, que nos recluían en el aula clásica, “subida” de escritorio de por medio. Todo era por y para el aula feliz. La  letra nos salía más linda; sacábamos los problemas más rápido, y casi no nos obsesionaba la hora del recreo.
Me acuerdo del aula feliz cuando oigo alguna letanía por la falta de medios para ejercer la docencia. Así como el mejor juguete ha sido siempre el carretel, el más hermoso adorno del aula es el cielo.
No todos pueden tener el privilegio de educarse en un aula feliz, pero no en vano existen las ventanas. Por ellas entra la luz y sale la imaginación. No importa que mire hacia una medianera. Lo importante es que mira. El aula no debe ser una cárcel. Poco entendemos de cárcel los geógrafos. Nos hicieron a la medida del paisaje y a través de él vibramos. El aula es un pretexto formal para evocarlo, en un juego donde el docente es el estructurador y el alumno el factor. El entusiasmo es la fórmula mágica que pondrá en movimiento los mecanismos creativos.
Las experiencias vividas en el aula son auténticas si se logra trascender a las cuatro paredes. Es la única manera como el maestro le puede ganar a la televisión. Para ello, las actividades del aula deberán ser variadas y atrayentes. Los grados de abstracción tendrán que manejarse en estricto acuerdo con el nivel del grupo.
El medio geográfico ya es, en sí, una forma de abstracción peligrosa. Imaginar un país, una selva o un puerto lejanos es como formarnos una idea acerca del rostro de un locutor de radio. Escuchamos su mensaje pero no vemos su perfil. Es como el primer instante de la fascinación por Europa: el viajero descubre-y a todos nos ha pasado lo mismo- que no bastaron descripciones, películas y lecturas  para forjar una experiencia. Un solo instante en Europa cambia totalmente la perspectiva. Hay autores más convincentes, como hay docentes más persuasivos, pero en el núcleo del aprendizaje siempre luce el brillo de una buena experiencia. Más allá de algunos temas teóricos que sólo tienen trascendencia básica en el ciclo universitario, los restantes, en geografía, están estrechamente ligados con la imaginación, porque implican una reconstrucción de ambientes, circunstancias y relaciones que no pueden ser conocidas por vía directa. De ahí la ventaja que ofrecen los métodos de comparación, que permiten que el estudiante se proyecte de lo conocido hacia lo desconocido, partiendo siempre de su realidad inmediata y tangible.


Página 75 del libro “Nueva Didáctica de la Geografía” de Jorge A. Pickenhayn; Profesor de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires; del Colegio Nacional de Buenos Aires y de la Facultad de Filosofía, Humanidades y Artes de San Juan. (Exalumno de la Escuela N° 8).