Esta poesía fue extractada de una antigua carpeta perteneciente a docentes de la Escuela Nº 3 de Tigre, donde guardaban material didáctico para utilizar en el dictado de sus clases.
A LA MAESTRA
Cuando por primera vez en este templo entraba,
tembló mi corazón y el rubor me quemaba;
más, ¡qué pronto se fueron temblores y sonrojos
al mirar la ternura que atesoran tus ojos!
Abres ante mi senda del saber el arcano,
mientras con la caricia que me deja tu mano
el palote primero es la pica triunfante,
con el cual me dispongo a salir adelante.
Sí; entré temeroso. Mi niñez no sabía
que pudieras ser suave como la madre mía,
por eso, ante el repique final de la campana,
mirándote en los ojos, te dije: hasta mañana.
José Constenla
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