Los docentes que deseen aportar historias de su paso por las aulas, pueden enviarlas por correo electrónico a: mcrimeli@hotmail.es.
Este trabajo pertenece a María Cristina Melillo y narra una vivencia de su labor escolar.
El modelo y la diferencia.
Corría el año 1979, ejercía en la escuela número 33 de Ricardo Rojas, en el partido de Tigre, era mi segundo año como maestra titular.
Tenía a mi cargo segundo grado sección B, en turno mañana. Era un grupo numeroso y heterogéneo, recuerdo que los varones eran mayoría.
En una de las tantas clases se desarrollaba el tema LA FAMILIA. Comenzamos dialogando y pedí a mis alumnos que cuenten cómo estaban formadas sus familias.
Trataba que pudieran participar todos del tema, entonces, los iba nombrando de a uno para que explicaran. Con mucha alegría, un gran número de ellos levantaba la mano para exponer. Las historias eran similares porque narraban que tenían un papá, luego otro y a veces otro. Esto era lo común en la clase, los niños mostraban orgullo a través de sus relatos.
Al observar que uno de mis alumnos se mantenía callado y que bajaba su mirada, recuerdo que se llamaba Ramón, le pedí que me contara sobre su familia. Ramón me miró, su rostro se había transformado; a punto de llorar y como si se sintiera el peor de todos, dijo: “señorita, yo tengo un solo papá”. Creo que en ese instante no encontré ningún recurso para continuar con el tema, Ramón me había dejado perpleja. El talán, talán, de la campana, anunciando el recreo, logró recomponer la situación.
En la clase siguiente retomé el tema para demostrar que todos los ejemplos fueron válidos. Una vivencia de mi vida docente que obliga a la reflexión…
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