La siguiente poesía pertenece a Ana María Ginaca, docente tigrense actualmente jubilada, publicada en su libro “A MI RITMO Y A MI MODO”, Ediciones OCRUXAVES, 1989.
MAESTRA
Cuando naciste un Hada determinó tu suerte
porque serías maestra
desde ese primer día hasta tu muerte.
No podrías cambiar ya ese destino
que una varita mágica te impuso.
Y, para suerte nuestra
la humanidad un nombre te propuso:
MAESTRA; ese signo tan divino.
Porque orientas al bien a ese capullo
sonrosado de niños que te esperan
y los recibes con genial arrullo
y hasta enérgico el gesto, paz generas.
Porque quieres forjar un mundo nuevo,
un hombre bueno y útil, libre y sano.
Los llevas de la mano.
Por eso yo en ti creo.
Creo que eres perfume, sol y amparo,
instrumento y canción, carroza y huella,
y porque eres simiente te comparo
con el caudal preclaro de una estrella.
Nunca te sentirás vencida
porque estarás en permanente siembra.
No tendrás una estatua ni una placa
porque siendo maestra
sólo te fortaleces
con el amor que dieras
y vuelve a ti colmado de ternura:
la misma que impusieras.
La sonrisa de un niño es tu regalo.
El apretón de manos
que alguien, alguna vez, te dará apenas.
Pero al fin del camino,
cuando recorras tu experiencia bella
notarás que tu oficio no fue en vano.
Notarás que el ayer es hoy, y es fiesta.
Comprenderás que el Hada al imponerte
que fueras para siempre lo que tú eras
te hizo verdad, amor, luz y quimera.
La humanidad entera
sabe que eres auténtica
y que humilde, sencilla y pura tú eres
simplemente: MAESTRA.
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